Juguemos el amor,
que había guardado
en el sótano
de mis recuerdos.
la serpiente dormida
abrirá el surco
de la tierra virgen.
que traviesos trotaran y trotaran
a encontrarse con su destino
y enlazarán tu alma y la mía.
sin importar el que dirán.
Juguemos nuevamente,
juguemos sin parar.
© José M. García Velázquez 2006
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