Anoche entré en la mirada de tu alma entristecida,
llorando desgarrada en la esquina de tu vida,
ahogada en llantos, acalorada por la envidia,
apegada a la herida de cuerpo que insidia.
Rozamos lujuriosos nuestros cuerpos presentes.
Tu yo celebramos en dulce agonía,
la llegada sublime del más hermoso deleite.
uno a uno nuestras poses del amor,
entrelazados como nudos sin temor,
corazones hundidos en un mar de poder.
Que sorpresa tan amada la que en ti encontré,
una dulce sensación en tu cuerpo caliente,
y una entrega total de nuestra pasión al ambiente.
© José M. García Velázquez 2006
2 comentarios:
Es un placer para mi leer cada palabra.
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