
Paso apresurado por el camino de tu amor,
con tus ojos de luz que alumbran mi sendero.
Tu pelo que entrelaza mi paso abrumador,
y tu alma silenciosa con mi vida la atempero.
¡Amada, que lindo día el que me brindas,
con tu sonrisa sublime, eterna y dulce,
con mi corazón como la más bella sucinda,
en los momentos íntimos, sagrados y agridulces!
Fue anoche cuando despertaste en un segundo,
porque mis manos a tu piel trajeron fuego.
Mis caricias marcaron tu cuerpo en lo profundo,
en un lugar momentáneo y veraniego.
Momento a momento sudamos con timidez,
con el movimiento que me hace enloquecer,
tu mano me guía hasta el umbral del placer,
mi deseo me priva de la razón esta vez.
© José M. García Velázquez 2006