“En ti, oh Jehovah, me he refugiado; no sea yo avergonzado jamás. Líbrame en tu justicia. Inclina a mí tu oído; líbrame pronto. Sé tú mi roca fuerte, mi fortaleza para salvarme. Porque tú eres mi roca y mi fortaleza, por amor de tu nombre me guiarás y me encaminarás”.
Nuevamente Carmen, se encamina para la más dura de las pruebas a las que se ha enfrentado. Por cuarta ocasión las células de su cuerpo la han traicionado, nuevamente el cáncer invade su cuerpo, esta vez le afecta la audición en el oído derecho. Una sencilla prueba de aspiración de aguja confirmó la presencia de la cruel enfermedad, que le ha azotado tanto que su cuerpo ha minado sus fuerzas. A sus 72 años esta mujer que ha luchado toda su vida, que crió sola a dos hijos y tuvo la desgracia de perder el más pequeño a los 33 años, victima de dengue hemorrágico, enfrentará la realidad de tener que batallar nuevamente por su vida.
Ella es prueba de lo misericordioso que es Dios, quien ante su presencia la sanó en tres ocasiones, dándole la oportunidad de reconocer a Jesucristo como su único Salvador.
Definidamente si su espíritu y alma son sanos, su cuerpo como templo de su espíritu sana de igual forma.
Carmen no estará sola tendrá a la razón de su vida, su hijo, quien estará a su lado en todo momento. Ayer ella dió todo por el y hoy le toca a el dar todo por su madre.
Se que Dios tiene un motivo para todo lo que le pasa a Carmen, pienso que al igual que los ángeles del cielo, lo más cerca de la perfección y ejemplo del amor de Dios hacia el hombre, es el de la madre.
Las madres son los ángeles que Dios envió a la Tierra para cuidar de sus niños.
“Ten misericordia de mí, oh Jehovah, porque estoy en angustia. Mis ojos, mi alma y mis entrañas se han debilitado por el pesar. Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar. Mi fuerza me falla a causa de mi iniquidad, y mis huesos se han debilitado”.
enero 30, 2006
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1 comentario:
Todo obra para bien, para los que aman al Señor. Sigue hacia adelante con mucha fé, que Dios los va ha ayudar. Pediré la oración por ella, en mi Iglesia.
Cuidate, bye
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