El presidente de la Cámara de Representantes, José Aponte, nos ha hecho el mejor regalo que un buen servidor público pudo haber hecho al pueblo que lo eligió. Con bombos y platillos anunció que les ha dado un aumento de sueldo de $100 mensual a los empleados de la cámara de representantes. Claro está no todos podrán beneficiarse, solo se beneficiarán aquellos empleados que no hayan tenido un aumento de sueldo en los últimos tres meses. Este pequeño regalito costará al erario público 1.8 millones aproximadamente. ¡No está nada mal!
Sin embargo hay algo que se le ha olvidado al Honorable Presidente de la Cámara, un pequeñito detalle, la crisis económica por la que el país está atravesando. También entró en el olvido el tranque legislativo sobre la aprobación de un presupuesto saludable que ayude con la economía de nuestro gobierno. La reforma fiscal es otro renglón que ha pasado inadvertido en la mente de tan ilustre legislador.
Me pregunto: ¿por qué conocemos de este estupendo aumento en estos momentos?, y no sabíamos nada de los aumentos que se dieron en los últimos tres meses y de los cuales no cualificarán para el nuevo aumento las personas que ya lo habían obtenido.
Es una falta de respeto a este pueblo este aumento sin sentido, máxime cuando se habla de reducción de jornada de trabajo, reducción de salario, cerrar el gobierno por un mes e inclusive el despido masivo de empleados de gobierno.
Acaso el conserje de la escuela de un barrio de Jayuya, el empleado de limpieza del municipio de Florida o el barrendero de la plaza pública de Lares son menos merecedores de un buen aumento de sueldo.
Los dioses que habitan el Palacio de las Leyes, junto a su sequito y súbditos, se olvidan de aquellos menos afortunados que tienen que pagar por las extravagantes decisiones y que nos cuesta a todos los trabajadores de clase media cuando cumplimos nuestro deber patriótico de pagar las contribuciones cada año.
Tengo que mendigar un aumento de sueldo que bien me lo merezco, aguantar que me lo nieguen y otros que como Aponte da a manos llenas, sencillamente porque no sale de su bolsillo.
Con el dinero del pueblo es fácil la decisión de repartir a unos pocos; pero si fuera para favorecer a la mayoría las manos tuvieran siete nudos y diez candados.
¡Que te parece cholito!
enero 28, 2006
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