junio 30, 2006

Tristeza aprisionada


Contemplándote pérdida en la prisión de tu tristeza,
arropada en las sombras deprimidas y aterradas,
cabizbaja tu sombra como espejo de flaqueza,
convertida en una falsa relación de amante abnegada.

Te veo sumergida en lo profundo de tu agonía,
sin poder recuperarte ante el cruel castigo,
temerosa de perderte nuevamente en la vía,
como el dolor desesperado de un moribundo mendigo.

Amada que te conocí en la soledad de nuestro silencio,
capturaste mi corazón en un suspiro eterno,
aprisionado mi cuerpo castigado por el cencio,
como el deseo ardiente de este apasionado infierno.

Me estremeces locamente con tu frágil presencia,
trastornas en locura a mis íntimos sentidos,
no puedo apartarme de tu erótica cadencia,
me endurezco bien ardiente ante tus profundos gemidos.

Despierta a la realidad no hay regreso a la nostalgia,
erguida ante la vida despertarás ante el clamor de mi deseo,
a la mujer que atesora el más dulce de los secretos,
abrirás el surco encendido de la bóveda celestial.

Cierra tus ojos y sueña con el momento apasionado,
y moverte hacia el placer mutuo y acalorado,
junto a mi compartirás la corriente sudorosa,
que recorre nuestros cuerpos amarrados.

Y cuando llegues al momento de compartir el dulce sumo,
que propicia la entrega total de mis intimidades y anhelo,
comprenderás la realidad de este cielo encendido,
que te brinda de las tinieblas el escape a tu consuelo.

© José M. García Velázquez 2006.

junio 24, 2006

Tú...mi fortaleza


He vuelto a escuchar tu respiración,
fundida en mi alma enardecida.
Me estremezco fuertemente con tu vibración
que arrastra de mi cuerpo la pasión encendida.

Es el sonido más hermoso de este mundo,
que seduce el pensamiento que me invade,
Sin importarme que me dejes moribundo
y en mi cuello un amuleto de jade.

Envuélveme con la piel de tu mirada,
que aprisiona mi capricho con tu hechizo.
Siempre a tu lado en una infinita velada,
y escondidos a través del mágico pasadizo.

Ven a mí que te quiero ilusionada verdad,
quiero descubrirte con toda tu belleza,
y ampararme en nuestra afinidad,
con nuestro amor como única fortaleza.

No importa que me quede en este mundo.
Quiero ser completamente tuyo.
Tu pecho y mi pecho hundido en lo profundo,
nuestros labios entrelazados en un silente murmullo.

Quema mi cuerpo con tus besos que encadena,
y emerge de mi alma los deseos obscenos
quiero amarte con locura en una constante faena
quiero amarte hasta morir con tu dulce veneno.

He quedado cansado hasta la saciedad,
juntos jugamos al amor que nunca acaba,
En el lecho agarrados en la agresividad,
y tu aprisionada de mí como esclava.

© José M. García Velázquez 2006

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